El Real Madrid también venció al Chelsea en Stamford Bridge

Como él mismo reconoció años después, en el partido con Irlanda válido para la fase de grupos (partido en el que marcó un gol), defecó en el césped tras recibir una falta. Luego tuvo una reunión con el virrey piamontés, Annibale Maffei. El nuevo rey Vittorio Amadeo, durante su primera y única travesía de Sicilia, no se dignó visitarla: paseando arriba y abajo de la isla, visitó abundantemente la zona de Palermo, un poco la de Enna, luego se detuvo en Catania, Taormina y finalmente Messina, otorgando, entre otras cosas, precisamente a Messina, nuevos privilegios para lavar la vergüenza del castigo español (castigo debido a esa rebelión que en los años 70 del 1600 había llevado a los siracusanos al borde de una guerra civil). Capo Passero (localidad que de hecho dio nombre a la batalla). Alberoni, su corresponsal en nombre del rey católico, le ordenó unirse a los españoles para derrocar a aquellos que "habían pensado que podían cortar el mundo en pedazos" (en referencia a las posesiones españolas y lo que las potencias europeas habían hecho con ellas). El rey católico, Felipe V de Borbón, expulsó a todos los cónsules ingleses de su imperio y armó corsarios contra los mercaderes de Su Majestad Británica; cosa que también fue imitada por los soberanos de los demás países beligerantes, de modo que en aquellos años el mar Mediterráneo se hizo imposible de navegar pacíficamente, con graves perjuicios, sobre todo económicos, para todos los países que lo enfrentaban.

Hay muchas versiones del encuentro oficial y decisivo de los españoles con el Inca. », como se quejaron los embajadores españoles ante la corte inglesa. Por lo demás, Vittorio Amadeo no gobernó él mismo el reino: prefirió volver a Piamonte y dejar un virrey en Sicilia (por lo que la isla siguió siendo administrada como virreinato, no queriendo el soberano despojar a Piamonte de la corte principal). Cónsul Raibaudi, camiseta de marruecos embajador de Vittorio Amedeo II destinado en el Reino de Nápoles. Byng tomó soldados alemanes del Reino de Nápoles y los llevó a Sicilia, donde desembarcó en el puerto de Messina el 10 de agosto. En Siracusa Byng inició las primeras negociaciones diplomáticas: escribió al Marqués de Lede, tratando de justificar el evidente ataque deliberado, con la consiguiente destrucción de toda la flota de combate española, con palabras de pesar y disgusto por lo sucedido, acusando a los españoles de ser los primeros agresores y no considerar este acto como motivo para romper las buenas relaciones que aún existían entre las dos naciones que representaban. En cambio, la reacción del emperador Carlos VI fue mucho más indulgente, quien envió a Byng una cálida carta de agradecimiento, mientras aún estaba destinado en la ciudad de Siracusa; en la misiva se le rindió homenaje por el valioso servicio prestado a la causa de la Cuádruple Alianza.

Maffei, con las pocas fuerzas disponibles y con una ciudad bloqueada por tierra (y pronto también por mar), esperaba un regreso del poder saboyano: España por un lado y la Cuádruple Alianza por otro, ambos tenían planes para esta isla muy diferentes de los de los piamonteses. Vittorio Amedeo II se vio obligado a aceptar lo establecido, de lo contrario se habría convertido en un enemigo de la paz, como lo fue España. Virrey Maffei al Rey Vittorio Amedeo, firmando él mismo: muy humilde y muy fiel servidor, Maffei. » (entendido como deseoso de poder rebelarse): Maffei esperaba que se reforzara la vigilancia en los baluartes y especialmente en el de Siracusa, ya que lo veía demasiado poblado por civiles, que superaban en gran número a los militares: ese era el eterno contradicción de Siracusa: una plaza de armas rígida que, sin embargo, no renunció a todos sus derechos civiles. Virrey Maffei en su diario de marcha. El virrey Maffei afirmó que desde su casa en Ortigia, el 11 de agosto, vio arder los barcos españoles.

El almirante Byng, habiendo reunido sus barcos después de la acción, entró en Siracusa el 19 de agosto de NS Los españoles no siguieron a Maffei; no cortaron el camino que eventualmente lo llevaría a Siracusa. La presencia alemana también sirvió a los ingleses para hacer entender a los españoles que Europa quería que se respetaran los acuerdos de Utrecht. Mientras uno tras otro los muchos castillos que rodeaban el área de Messina capitularon, Siracusa apareció cada vez más aislada; con ella resistieron Trapani y Milazzo juntas formando aquellas tres fortalezas, cada una situada en un lado diferente de la isla, a las que los españoles habían encomendado innumerables veces la defensa del reino, fueron de hecho los mejores sitios que fortificaron. Conociendo un poco la historia pasada, temieron que las metas codiciadas por el sultán fueran Siracusa y Augusta, por lo que enviaron más hombres para guarnecerlas (ya que no había más soldados españoles en su interior) y se sirvieron del probado sistema defensivo de la Unido, que consistía en el apalancamiento obligatorio proporcionado por los señores feudales sicilianos (infantería y caballeros del reino que estaban listos para luchar en caso de ataque enemigo).